SALINGER: ¿Un día perfecto?
“En el hotel había noventa y siete agentes de…” “Diga – dijo extendiendo…”
Se dice que el cuento, de 16 páginas, Un día perfecto para el pez plátano de J.D. Salinger es un cuento perfecto, como el día, el día de hoy no, llueve.
Se lee en 20 minutos, pero es necesario darle al menos 3 o 4 pasadas por lo que nos metemos en más de una hora. No sé si es perfecto, pero lo que si, es irrepetible y laborioso. Ha sido hecho buscando una técnica, una intriga y un vocabulario que nos hagan ver una aptitud, esto es, en él no se nos dice lo que siente o piensa un personaje, las acciones son objetivas, son vistas desde una cámara fija. Entonces, uno, en principio, no debería tener prejuicios o hacer suposiciones del protagonista, pero desde la primera lectura lo tachamos de loco; ni de su mujer, pero vemos que lo quiere y pasa de su madre que la mantiene al teléfono. Nos dejamos llevar por lo que vemos, desde esa cámara escondida, y no por lo que sabemos, pues no conocemos a los personajes. Los juzgamos por hechos. Este cuento revela el juego de lo difícil que es conocer a la gente, los acontecimientos y el final no se desarrollan como pensamos, además de que nos da un lapote a aquellos que, sin saber los por qué y los cómo, clasificamos a la raza.
El narrador es en tercera persona y verbos en pasado, figuras de este tipo las han creado Bukowski o Camus, de ellas podemos aprender.
La temática: incomprensión humana, podemos hablar también de alienación e incapacidad de comprender.
Características: se nos dan hechos, no pensamientos; realidad en la llamada de teléfono, muchos cambios de conversación y frases entrecortadas, puntos de este tipo:…; se dejan varios caminos abiertos, se habla de temas que nos interesan, pero no se retoman y por último la intensidad, es un recorrido inconstante, tramos altos y medio-altos, termina en lo más…
Por favor, léanlo y reflexionen. Nosotros, en el taller, ya lo hemos hecho.
Se dice que el cuento, de 16 páginas, Un día perfecto para el pez plátano de J.D. Salinger es un cuento perfecto, como el día, el día de hoy no, llueve.
Se lee en 20 minutos, pero es necesario darle al menos 3 o 4 pasadas por lo que nos metemos en más de una hora. No sé si es perfecto, pero lo que si, es irrepetible y laborioso. Ha sido hecho buscando una técnica, una intriga y un vocabulario que nos hagan ver una aptitud, esto es, en él no se nos dice lo que siente o piensa un personaje, las acciones son objetivas, son vistas desde una cámara fija. Entonces, uno, en principio, no debería tener prejuicios o hacer suposiciones del protagonista, pero desde la primera lectura lo tachamos de loco; ni de su mujer, pero vemos que lo quiere y pasa de su madre que la mantiene al teléfono. Nos dejamos llevar por lo que vemos, desde esa cámara escondida, y no por lo que sabemos, pues no conocemos a los personajes. Los juzgamos por hechos. Este cuento revela el juego de lo difícil que es conocer a la gente, los acontecimientos y el final no se desarrollan como pensamos, además de que nos da un lapote a aquellos que, sin saber los por qué y los cómo, clasificamos a la raza.
El narrador es en tercera persona y verbos en pasado, figuras de este tipo las han creado Bukowski o Camus, de ellas podemos aprender.
La temática: incomprensión humana, podemos hablar también de alienación e incapacidad de comprender.
Características: se nos dan hechos, no pensamientos; realidad en la llamada de teléfono, muchos cambios de conversación y frases entrecortadas, puntos de este tipo:…; se dejan varios caminos abiertos, se habla de temas que nos interesan, pero no se retoman y por último la intensidad, es un recorrido inconstante, tramos altos y medio-altos, termina en lo más…
Por favor, léanlo y reflexionen. Nosotros, en el taller, ya lo hemos hecho.
2 Comments:
Tratándome de usted o me apartas de una ostia (ya sabes que según Ramiro, el cura, es mejor que torta...)o te elevas cambiando así de plano y al mirar enfrente no te veo...te distancias...Leeré el cuento...Besitos!!!!
Salinger es, probablemente junto con Carver, uno de los cuentistas más precisos que he leído. No sólo por su técnica de cirujano al elegir las palabras, sino por la inquietante sensación de parecer estar leyendo, siempre, algo más, un mensaje cifrado salingeriano. El cuento del pez plátano tiene esa deliciosa extrañeza que hace replantearse porqué a uno le gusta la literatura.
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